Ya no aguantaba más, estaba realmente harto. Mi descontento crónico rozaba límites inaguantables. Acudí a urgencias. Tras un examen pormenorizado el diagnóstico era claro. Y la medicación también. Una cada cuatro horas hasta que desaparezcan los síntomas. Repetir el procedimiento cada vez que el hartazgo pese más que nuestra propia vida.
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